"You should no more grieve for [them] than for a buckle from your first shoe, or for your lesson book which shall be lost when you are old. We shed as we pick up, like travellers who must carry everything in our arms, and what we let fall will be picked up by those behind. The procession is very long and life is very short. But there is nothing outside the march so nothing can be lost."
Este ha sido un año de descubrimientos literarios y entre ellos se encuentra el del teatro. Siempre me había gustado mucho ir a ver obras pero nunca había sido muy fan de leerlas, quizá porque no me había sumergido nunca en ellas y la única pauta que tenía eran Shakespeare y Wilde, genios imcomparables, cada uno a su manera, y difíciles de superar. Aparte de eso la única obra que había conseguido enamorarme era The History Boys de Alan Bennett y eso fue más consecuencia directa de mi amor hacia la pelicula que un interés própio por el teatro.
Así es como este año ha marcado un punto de inflexión y me he hayado leyendo mucho teatro contemporáneo, inglés y radical. Y menuda sorpresa! Desde luego de todas las lecturas me quedo con esta, Arcadia: A Play de Tom Stoppard (autor de otra de mis favoritas de este año, Rosencrantz & Guildenstern Are Dead) Arcadia, para mi, es una obra casi perfecta y sin duda una de las mejores que he leido nunca. La obra trata sobre la incomprensión y la búsqueda del conocimiento, resonando a través de los siglos. La trama sucede en 1809 en una mansión inglesa. La adolescente Tomasina propone una teoría matemática sorprendente, más allá de su propia comprensión. A su alrededor todos los adultos, incluyendo a su tutor Septimus, están preocupados con deseos secretos, pasiones ilícitas y rivalidades profesionales. Doscientos años más tarde, los adversarios académicos Hannah y Bernard reúnen pistas desconcertantes, curiosamente, recordando los acontecimientos de 1809 en búsqueda de una verdad cada vez más difícil de alcanzar."
En ella se juega con la idea de que el pasado y el futuro andan de la mano y de que somos nosotros mísmos los responsables de crear las reglas que guian nuestras vidas mientras intentámos entender las normas ya establecidas. La manera en que Stoppard escribe es tan inteligente y elegante que sería imposible tan siquiera empezar a describirla. La obra en sí transgrede géneros, se mueve entre la farsa, el drama y el romance todo ello creando una batalla de intelectos díficil de describir. Habría sido fácil que los protagonistas sonaran pomposos o cansínos dádos sus continuos discursos académicos e intelectuales pero a fin de cuentas son todos tan brillantes, encantadores y humanos que es imposible no caer rendida a sus pies.
En ella se juega con la idea de que el pasado y el futuro andan de la mano y de que somos nosotros mísmos los responsables de crear las reglas que guian nuestras vidas mientras intentámos entender las normas ya establecidas. La manera en que Stoppard escribe es tan inteligente y elegante que sería imposible tan siquiera empezar a describirla. La obra en sí transgrede géneros, se mueve entre la farsa, el drama y el romance todo ello creando una batalla de intelectos díficil de describir. Habría sido fácil que los protagonistas sonaran pomposos o cansínos dádos sus continuos discursos académicos e intelectuales pero a fin de cuentas son todos tan brillantes, encantadores y humanos que es imposible no caer rendida a sus pies.
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